Durante años, celebramos la era del contenido como una conquista. Más información. Más voces. Más creatividad. Pero ¿y si todo eso, en vez de acercarnos al conocimiento, nos está alejando de él?
Imagina que estás en medio de una tormenta. No una tormenta de viento y lluvia, sino de palabras. Millones, cada segundo. Audios, imágenes, textos, videos, todos gritando al mismo tiempo. Y la mayoría… sin nada esencial que decir.
Hemos entrenado máquinas para hablar sin descanso, pero nadie está enseñándolas a callar.